Era una pieza redonda que, con un agujero en el centro por
donde pasaba un delgado palo de madera, giraba constantemente transformando la
lana en un hilado que podía usarse para tejer. El tamaño del tortero y su peso
determinaba la velocidad de giro y por lo tanto del grado en que los hilos se
ajustaban entre sí, siendo el resultado más o menos rígido o delgado.
Eran pequeñas piezas fabricadas en cerámica, algunas en
piedra, y otras aprovechando los recursos naturales de la región, como la
roseta o placa de un caparazón de un Gliptodonte (armadillo gigante
prehistórico) que fuera hallada y perforada para este fin. Todas de forma
circular, cónica o biconica y perforadas en el centro. Son lisos, pintados o
gravados con motivos geométricos.
El Museo Paleoantropologico Rincón de Atacama resguarda una
interesante y variada colección de torteros y otros objetos realizados por los
aborígenes de la región.