domingo, 17 de agosto de 2014

El tortero, volante, fusaiola o Mayuna (en lengua Quichua significa giratorio).



Era una pieza redonda que, con un agujero en el centro por donde pasaba un delgado palo de madera, giraba constantemente transformando la lana en un hilado que podía usarse para tejer. El tamaño del tortero y su peso determinaba la velocidad de giro y por lo tanto del grado en que los hilos se ajustaban entre sí, siendo el resultado más o menos rígido o delgado.

Eran pequeñas piezas fabricadas en cerámica, algunas en piedra, y otras aprovechando los recursos naturales de la región, como la roseta o placa de un caparazón de un Gliptodonte (armadillo gigante prehistórico) que fuera hallada y perforada para este fin. Todas de forma circular, cónica o biconica y perforadas en el centro. Son lisos, pintados o gravados con motivos geométricos.

El Museo Paleoantropologico Rincón de Atacama resguarda una interesante y variada colección de torteros y otros objetos realizados por los aborígenes de la región.