lunes, 25 de agosto de 2014

Los Tonocotés en el Museo Rincón de Atacama. Termas de Rio Hondo.



El Museo Municipal Paleoantropologico “Rincón de Atacama” de la localidad de Termas de Rió Hondo (Prov. Santiago del Estero), recupera, preserva y exhibe una riquísima colección de objetos culturales de los aborígenes regionales llamados “Tonocotés”, los cuales invitamos a conocer en nuestra institución.
Los Tonocotés habitaban en la mesopotamia santiagueña comprendida entre los ríos Dulce y Salado, aproximadamente entre los paralelos 26º y 29º de latitud sur. 

Al norte de estos territorios vivían los Lules, al sur los Sanavirones y al oeste los Cacanos. Otros aborígenes de características y lengua similares a los Tonocotés, los Mataráes, que vivían a orillas del río Bermejo, fueron llevados a Santiago del Estero posiblemente en el siglo XVII. Resulta difícil señalar las diferencias con los Lules - Vilelas, aunque la disparidad residía en la mayor influencia de los Cacanos o Diaguitas respecto de los Tonocotés. Eran de origen brasílido.

Poco se conoce de las características físicas de los Tonocotés, pero de acuerdo a los estudios realizados con los restos fósiles encontrados en la zona del río Salado, se infiere que eran de estatura regular, braquicéfalos, de cara ancha y nariz mediana. Vestían con un delantal de pluma de ñandu los hombres, y las mujeres los confeccionaban con fibra de chaguar o de tela de guanaco o llama. Los varones colgaban del cuello un collar, también de plumas de ñandu, y ambos sexos solían cubrirse el torso con mantas, en invierno.

Los Tonocotés eran sedentarios. Practicaban la agricultura además de la caza, pesca y recolección; cultivaban maíz, zapallo y porotos. Eran muy buenos pescadores. Pescaban con una especie de redes, a lanzazos, o sumergidos en el agua con una soga en la cintura (según relata el padre Lizárraga). Criaban aves domésticas y ñandues y recolectaban algarroba, tuna, mistol y raíces silvestres como la yuca.

Los Tonocotés eran hábiles tejedores, hecho que fue aprovechado por los españoles para hacerlos trabajar en los obrajes de paños, cuando se introdujo el algodón en el Tucumán, sometidos al sistema de encomiendas. La industria textil alcanzó un alto grado de desarrollo. Teñían las fibras de vivos colores con tinturas de origen vegetal, animal o mineral. También fabricaban diversos objetos de hueso como agujas, punzones, flechas y quenas.

Vivían en aldeas ubicadas en prominencias artificiales denominadas túmulos, a la orilla de los ríos. Las chozas eran de planta circular o rectangular -según se tratase de Tonocotés o Matacos respectivamente-, con techo a dos aguas. El poblado estaba rodeado de palos a pique como defensa de los ataques de los pueblos invasores.
En algunas zonas del río Dulce se han encontrado objetos de metal como campanillas, punzones, cuchillos, pectorales, pinzas y otros, que nos hablan del contacto activo de estos pueblos con los de culturas andinas, que conocían la metalurgia.

Sus armas eran el arco, la flecha, las boleadoras y las lanzas. Algunos arcos eran de gran tamaño y las flechas en proporción a los mismos. Las puntas de flechas eran de hueso y piedra, alargadas o triangulares. En algunos casos envenenaban los extremos con una sustancia ponsoñoza, extraída de vegetales.

Al igual que los Lules - Vilelas los Tonocotés constituían un pueblo alegre aficionado a cantar, bailar y embriagarse. Preparaban sus bebidas de algarroba y maíz.


La lengua Tonocotés fue estudiada por el padre Alonso de Bárzana, pero sus trabajos no se conservan. Nos han quedado algunas palabras que atestiguan su presencia como topónimos Sanagasto o Manogasta. En realidad entre los pocos vocablos que se conocen en esta lengua podemos mencionar, "gasta" que significa pueblo y "gualamba" que quiere decir grande.

Por su sedentarismo y su mansedumbre los Tonocotés fueron fácilmente sometidos por los españoles. Convivían con grupos de Cacanos, de Lules y otros que hablaban distintas lenguas. Por este motivo, órdenes religiosas y autoridades civiles impulsaron la quichuización y así las lenguas indígenas fueron desapareciendo. Al perder su lengua fueron perdiendo su propia identidad cultural. Esto sumado al proceso permanente de mestizaje, más la disminución por acción de las armas de fuego, el desarraigo, los trabajos agotadores y las pestes, determinó la extinción de los aborígenes de Santiago del Estero, a fines del siglo XIX y primeros años del siglo XX.

Conocían la alfarería y fabricaban diversos utensilios de cerámica como pucos (especie de platos), urnas funerarias, vasijas, jarras, pipas, ocarinas (instrumentos musicales de viento), silvatos, etcétera, decorados de distintas formas y colores. Eran grabados o pintados con motivos geométricos, zoomorfos (forma de animal), ornitomorfos (forma de aves) o antropomorfos (formas de seres humanos) y con coloración rojiza, negro, blanca y ocre. Tanto la decoración como los colores variaban según la cultura a que pertenecían, la ubicación geográfica y la época en que se desarrolló cada cultura. 

-          Infografía Tonocotés por José Collado –
-          Recopilación Texto: Mariano Magnussen Saffer

Fuentes:
http://santiagoeducativo.ar.tripod.com/
 Pueblos Originarios, Sitio de la Subsecretaría de Turismo, Jefatura de Gabinete de Ministros, Gobierno de la Provincia de Santiago del Estero.
Castiglione, Antonio Virgilio (2012). Historia de Santiago del Estero: Muy Noble Ciudad: Siglos XVI, XVII y XVIII. Santiago del Estero.
El desarrollo cultural prehispánico en Santiago del Estero, Argentina., Ana Maria Lorandi, Journal de la Société des Américanistes, Año 1978, Volumen 65, Número 65, pp. 63-85.
Wagner, Duncan y Emilio: "La Civilización Chaco Santiagueña y sus correlaciones con las del Viejo y Nuevo Mundo", 1934.
Serrano, Antonio: "Etnografía antigua de Santiago del Estero: siglo XVI", Boletín del Instituto de Investigaciones Históricas, UBA, 1934.