Más conocido en el ámbito paleontológico como Macrauquenia
(Macrauchenia sp) fue un raro y curioso habitante de las inmediaciones del Rio
Dulce, próximo a Termas de Rio Hondo, del cual, conservamos gran parte de un
maxilar en nuestra institución.
Los primeros restos de la Macrauchenia fueron hallados por
Charles Darwin en su histórico viaje a bordo del "Beagle" a comienzos
de la década de 1830, y dados a conocer por el paleontólogo inglés Richard Owen
en 1838.
Su aspecto en vida es digno de una película de
ciencia-ficción. Su nombre significa "cuello largo" y es otra especie
del orden "Litopterna". Sus dimensiones eran semejantes al de los
camellos actuales, pero los orificios nasales y una gran fosa elíptica señala
la presencia de una trompa, algo más larga que la del tapir actual.
Poseía largas patas y pies ungulados, provistos de tres
dígitos. Es probable que no corriera con mucha velocidad, ya que las
proporciones de las patas traseras estaban invertidas, como ocurren con los
animales no corredores, por ejemplo, la jirafa.
Su alimentación estaba basada en vegetales de zonas
pantanosas donde pasaba la mayor parte de su tiempo, y del pastoreo. Algunos
autores han formulado la hipótesis de que estos mamíferos estaban adaptados a
una vida semiacuática.